El libro más misterioso del mundo. El manuscrito Voynich.
El manuscrito Voynich es un libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés.
A lo largo de su existencia comprobada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo especialistas estadounidenses y británicos en descodificaciones de la Segunda Guerra Mundial. Hasta febrero de 2014 ninguno había conseguido descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.
En febrero de 2014, Stephen Bax, profesor de la Universidad de Bedfordshire (Reino Unido), anunció haber descifrado el manuscrito en forma parcial.
Sin embargo, el que cumpla la ley de Zpift (que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en una gran cantidad de texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta, etcétera) hace pensar que se trata no sólo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que ese lenguaje se basa en alguna lengua natural, ya que los lenguajes artificiales, como los élficos de Tolkien o el klingon de Star Trek, no cumplen esta regla. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera dicha ley, enunciada varios siglos después, y que por tanto la aplicase a una lengua inventada por él. Por otro lado, el "idioma" del manuscrito Voynich, el voynichés, es distinto de los idiomas europeos en varios aspectos. En particular, no existen palabras con más de 10 "letras". Además, la distribución de letras dentro de una palabra es algo peculiar: algunos caracteres aparecen solamente al principio de una palabra, otros solamente al final y algunos siempre en el medio. Tal característica es muy particular en lenguas como el árabe, donde la misma letra se representa de diferentes formas, dependiendo de su posición en la palabra, por lo que se escribe diferentemente al inicio, en el centro o al final, lo que puede dar a entender que se trata de un alfabeto más reducido, en el entendido de que se ven como símbolos distintos lo que podría ser el mismo.
El texto parece ser más repetitivo que los típicos idiomas europeos: existen secuencias en las cuales la misma palabra común aparece hasta tres veces consecutivas.
El nombre del manuscrito se debe al especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.
En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona (EE.UU.) demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95 %, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438. Por otra parte, el McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval.
Sobre el lugar en que pudo haberse escrito, existen pocas pistas. En una de sus ilustraciones aparece una ciudad amurallada, y son sus almenas dibujadas las que aportan una orientación. Su forma es la de las almenas llamadas de cola de golondrina, un estilo estético que, más tarde, en el Renacimiento, se popularizó por toda Europa, pero que en el momento en que se supone que se elaboró el manuscrito, según los últimos estudios de la Universidad de Arizona, solo se podía encontrar en el norte de Italia, quizá en la amplia región entre Milán y Venecia.
Según estudios publicados en 2014, por el botánico Arthur Tucker de la Universidad Estatal de Delaware, el origen del manuscrito podría ser mesoamericano. Esta teoría se basa en la similitud de algunas plantas ilustradas en el manuscrito con sus contrapartes americanas y en el hecho de que el estilo con el que están realizadas dichas ilustraciones concuerda con el estilo usado en ilustraciones botánicas del siglo XVI en México.
Se atribuye a los primeros propietarios reales del manuscrito la creencia de que su autor fue Roger Bacon (1214-1294).
Los primeros propietarios teóricos del manuscrito habrían sido Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) (nieto de Carlos I de España) y Jacobus Horcicky de Tepeneck (que lo habría poseído entre 1612 y 1622), quien a su vez se lo habría pasado a Georgius Barschius (quien en teoría lo habría tenido entre 1622-1665). De este último personaje no se tienen noticias más que por unas cartas que posiblemente escribió Johannes Marcus Marci (poseedor del libro en 1665), dirigidas a Athanasius Kircher.
Permanecería en manos de Athanasius Kircher desde 1665 hasta 1680, sin que pudiera descifrarlo, pasando a la biblioteca del Colegio Romano (actualmente la Universidad Pontificia Gregoriana) hasta 1912, momento en el que lo compraría Wilfrid M. Voynich (entre 1912 y 1930) para pasar posteriormente a su viuda, Ethel Boole Voynich (entre 1930 y 1961), a Hans Peter Kraus (entre 1961 y 1969), el cual lo cedió a la Universidad de Yale.
La impresión general que proporcionan las páginas que nos han llegado del manuscrito sugieren que su propósito era servir como una farmacopea o desarrollar temas comunes en la medicina medieval o renacentista. Sin embargo, los detalles intrigantes de las ilustraciones han alimentado muchas teorías acerca del origen del libro, su contenido, y los fines para los que fue concebido. Nuevas corrientes de estudio han relacionado algunas de las ilustraciones con secretos de los gremios de artesanos de Milán (farmacopea de venenos, producción de cristal, etc...), los cuales estaban protegidos tradicionalmente hasta el punto de que su transmisión a potencias extranjeras suponía graves castigos.
Fuente: wikipedia, internet