En el año 1380, Francia cayó en una grave situación al morir de golpe dos de los personajes que habían conseguido recuperar la maltrecha situación del país después de las grandes derrotas de Crécy y Poitiers en la Guerra de los Cien Años: el rey Carlos V “el sabio” y el gran militar Bertrand du Guesclin. Su capaz e inteligente gobierno y manejo de la guerra dio paso a una situación desastrosa que dejó a Francia al borde de la desaparición.
La situación era la siguiente: Francia era, en esa época, un conglomerado de grandes ducados dirigidos por nobles ambiciosos que estaban subordinados a un rey de diez años, que tenía menos territorios y poder que sus propios vasallos. Este rey era Carlos VI y para colmo de males, sus vasallos mas poderosos eran su tres tíos: Juan duque de Berri, Luis duque de Anjou y Felipe “el audaz” duque de Borgoña, que estaban más interesados en incrementar su poder personal y sus territorios que en ayudar a gobernar el país. En un futuro, aparecerán otros dos personajes igualmente ambiciosos, su hermano menor Luis de Orleans y su primo Carlos el Temerario (hijo de Felipe de Borgoña). Pero no terminan aquí los males de Francia ya que el rey niño, en vez de convertirse en un inteligente y astuto dirigente como su padre para poder enfrentarse a su ambiciosa familia, sufre un ataque de locura que lo hace incapaz de gobernar. Carlos VI alternará períodos de lucidez con otros de profunda ausencia que perjudicarán enormemente la gobernabilidad del país dando oportunidad a sus tíos y primos para manejarle a su antojo. Hubiera sido mejor para el país que la locura del rey fuera definitiva ya que así se habría podido nombrar un regente que gobernara de forma estable. Sin embargo, la situación transitoria de los períodos de locura del rey provocó un país sin gobierno sumido en una guerra civil protagonizada por su propia familia.
El mayor de todos los tíos del rey era Luis duque de Anjou. Durante su juventud, fue enviado como rehén a Inglaterra en sustitución de su padre Juan II, que había sido hecho prisionero en la batalla de Poitiers por el Príncipe Negro. Si embargo, consiguió escapar de su cautiverio regresando a Francia. Juan II, en un alarde extremo de caballerosidad, juzgo la actitud de su hijo como cobarde y volvió el mismo como rehén por su propio voluntad. Luis era el menos peligroso de los tres tíos del rey puesto que sus intereses y ambiciones estaban localizados fuera de Francia. Como tataranieto de Carlos de Anjou que había sido rey de Nápoles, anhelaba recuperar sus territorios. Se marchó a reclamarlos y murió prematuramente.
El segundo de los tíos, Juan duque de Berri, llevaba una vida de excesos y lujos exagerados a costa de sus súbditos a los que imponía fuertes tributos. Su único interés era expandir su propio ducado a costa de los territorios del rey llegando incluso a aliarse con el enemigo (los ingleses).
El tercer tío coincidía en todo con su hermano Juan. Felipe le debe su sobrenombre del audaz al valor y coraje con el que peleó contra los ingleses en la batalla de Poitiers. Esta sería la primera y última vez que el duque de Borgoña luchase contra los ingleses puesto que de aquí en adelante, Borgoña sería un fiel aliado de la causa inglesa hasta que, después de la intervención de Juana de Arco en la guerra, la suerte de estos cambió a favor de los franceses. Podemos decir que la casa de Borgoña se arrimó siempre al sol que más calentaba en cada momento.
Astuto y ambicioso a partes iguales, se casó con Margarita de Flandes con lo que heredó los condados de Flandes, Artois, Bethel y Nevers, pasando a ser uno de los príncipes cristianos más poderosos de su época; concedió a sus nuevos vasallos cuanto le pidieron; aseguró su poder en los Países Bajos con un doble matrimonio de sus hijos con príncipes de la casa de Baviera, que poseían el Henao, Holanda y Zelanda, e hizo casar a Carlos VI con Isabel de Baviera, princesa de su elección.
El propio rey Carlos V, padre de Carlos VI y hermano de Felipe, había alentado esta unión con el fin de evitar el matrimonio de la heredera de Flandes con un príncipe inglés. Carlos V, que no era ningún tonto, sabía que la unión de Flandes y Borgoña era casi tan peligrosa como la de Inglaterra. Obligó por tanto a Felipe a jurar que no reclamaría sus derechos sobre Flandes que pasarían a otros descendientes de la casa de “la Male" que era la que ostentaba el ducado en ese momento. Felipe aceptó este trato pues esperaba que su hermano enfermo no viviera mucho. Ayudó a su suegro Luis de la Male a aplastar varias rebeliones de sus súbditos flamencos y a la muerte de este, saltándose a la torera el juramento ofrecido a su hermano, reclamó todas las posesiones de su suegro pasando a ser el vasallo más poderoso del rey de Francia.
Los tíos de Carlos hicieron lo posible por mantener al joven rey ocupado y dedicado a una vida de diversiones y excesos que finalmente le pasarían factura. Esto fue así hasta los 20 años aunque con 14 ya habría podido ser declarado mayor de edad.
Esta ajetreada vida que sus tíos se ocuparon de que tuviera convirtieron a Carlos en un irresponsable, fastuoso y despreocupado joven, vamos, en toda una joya.
Como consecuencia de unas fiebres que le originaron convulsiones, el cerebro del rey quedó gravemente dañado. Un extraño acontecimiento ocurrido durante una campaña militar fue el detonante sus ataques de locura (en la sección de ¿sabías que? de mi página puedes encontrar este relato en detalle). A partir de este momento se alternarán períodos de lucidez con otros de locura que con el paso del tiempo se harán más largos y profundos.
La reacción de Felipe de Borgoña no se hizo esperar, rápidamente se hizo cargo del gobierno y pactó una paz con Inglaterra que beneficiaba exclusivamente sus propios intereses. Es en este momento cuando aparece la figura de Luis de Orleans, hermano menor del rey. Tanto Felipe como Luis eran extremadamente ambiciosos y entre ellos se originó una rivalidad de funestas consecuencias para Francia. Esta enemistad dio lugar a una terrible guerra civil que arruinó el país.
Luis, como el resto de la familia del rey, tenía sus propios intereses. Se había casado con Valentina Visconti, hija y única heredera del duque de Milán y pretendía reclamar sus derechos al trono del ducado italiano para lo que necesitaba el dinero del tesoro de Francia ahora en manos de su tío Felipe.
Pero si Felipe manejaba al rey, Luis hacía lo propio con la esposa de Carlos, la reina Isabel de Baviera. El duque de Orleans, joven y atractivo, parece que proporcionaba a la reina el amor que el rey loco no podía ofrecerle (aún así, el matrimonio real tuvo doce hijos).
Mientras tanto, Felipe de Borgoña había fallecido heredando el ducado su hijo, Juan sin Miedo (primo de Carlos VI y Luis de Orleans).
Juan sin Miedo no soportaba la influencia de Luis sobre la reina pues quería el absoluto control de todo y Luis, como hermano del rey, consideraba que era la persona que debía ejercer la regencia del reino y por tanto controlar los territorios y el tesoro (a fin de cuentas, todo se reduce al deseo de poder y dinero). Esto generó una profunda enemistad entre los primos que comenzaba a ser muy peligrosa. El único tío superviviente del rey en este momento, Juan duque de Berri, vio que la situación se acercaba a una guerra civil y trato de impedirlo mediante una reunión con las dos partes que no tuvo éxito.
Entonces se produjo un hecho que fue el detonante del enfrentamiento. El 23 de noviembre de 1407, Luis de Orleans volvía del palacio real a su residencia con unos pocos adeptos. Las luces del camino estaban apagadas y las tiendas cerradas a pesar de que era temprano. Luis y sus hombres fueron atacados muriendo allí mismo.
Juan sin Miedo en un alarde de desfachatez, no tuvo ningún reparo en admitir que él había ordenado la muerte del duque de Orleans. Según él, había hecho matar al Duque por su vida lujuriosa (se supone que con la reina) y su tiranía para con el pueblo francés por los elevados impuestos que imponía para financiar sus campañas personales.
Los comerciantes de Paría apoyaron desde el principio a Juan sin Miedo mientras que la nobleza se alió con el hijo de 13 años que Luis tenía con su esposa Valentina, Carlos de Orleans. Entre los más poderosos señores que apoyaban la causa Orleans estaba Bernardo VII conde de Armagnac que más tarde se convertiría en su suegro. A partir de ese momento, todos los partidarios de Carlos serían llamados genéricamente armagnacs.
Los armagnacs eran enemigos de Inglaterra y defensores del concepto de Francia como reino. Los Borgoñones, se mantuvieron como aliados de Inglaterra y se preocuparon por sus propios intereses sin que el concepto de Francia como nación les importase en demasía. De hecho, no participaron en la batalla de Agincourt en 1415 que supuso la definitiva caída de Francia. Posteriormente, cuando el curso de la guerra favoreció de nuevo a los franceses, volvieron a aliarse con su soberano.
Fuente:
Isaac Asimov, La formación de Francia
Wikipedia